Un Corte de Pelo
-Mamá- mi hijo menor irrumpe en mi habitacion.
- ¿Qué pasa?- le pregunto con pocas ganas de conversar con él.
A veces me parece que su adolescencia es la más demandante de paciencia.
- Quiero cortarme el pelo como los moicanos- es usual que algunos muchachos de su edad usen ese corte de pelo,
lo tomo como una moda pasajera. Pero vivimos en Osorno, una ciudad mas bien tradicional, además está cursando la secundaria en un establecimiento municipal que tiene sus reglas.
Hace dos años, durante las vacaciones se pintó el pelo azul y rojo, con unos sprays lavables. El problema surgió al
coincidir con la fecha de titulación de su hermano mayor. Ignorando si era una forma de protestar por la
preocupación y la alegría de ese importante evento familiar y a pesar de que su padre puso cara de rechazo yo, conciliadora,  insistí que lo dejáramos.
- La verdad, hijo, es que yo no estoy de acuerdo- ya no está en edad de ser disuadido por imposición, hay que
razonar, argumentar y eso a veces me cansa.
- El reglamento del liceo dice que deben asistir a clases con un corte de pelo acorde a la calidad de estudiante-
nunca he leído completo el reglamento que entregan cuando uno matricula a los hijos, pero doy por hecho que algún
artículo debe existir sobre la presentación personal.
Durante el período de dictadura y como una forma de eliminar todo vestigio de una época democrática y humanista,
se exigía el corte de pelo similar al que usan los militares. Lo exigían a tal forma que eran detenidos, por algunos
minutos u horas, los varones que llevaban pelo largo o barba. Especialmente la barba era considerada una señal de
simpatía con las ideologías políticas de Fidel Castro o el Ché Guevara.
Muchos reglamentos internos de servicios o establecimientos pertenecientes al estado fueron modificados en esa
época y aunque ya han pasado diez años de democracia, muchos de ellos aún conservan el tono de inmiscuirse en
el ámbito de lo privado o personal.
- Yo lo leí- no me sorprende con su afirmación- dice que se debe llevar corto sin sobrepasar el cuello de la camisa-
justo lo que yo pensaba, no ha sido modificado.
- ¿Estás consciente a qué te expones con ese corte de pelo?- sigo insistiendo- llamarás la atención en la calle,
muchas personas te dirán cosas desagradables. Tendrás que contener cualquier tipo de agresión para defenderte
porque estas representando a un grupo que a través de su peinado hace una protesta social.
Asiente a todos mis argumentos y ya sé que lo tiene decidido, que me está avisando que lo hará, no solicitando mi
permiso.
Esta conversación sucedió un día jueves, el sábado se lo cortó. El lunes, cuando iba a clases, le pedí por favor que
usara un gorro y que al salir de clases se lo sacara. No lo hizo. Llegó a casa antes de la hora habitual.
- Mamá, el director del liceo quiere hablar contigo, me suspendieron de clases hasta que tú vayas a conversar con él.
Postergué mi sorpresiva cita para la tarde. Mientras almorzaba, mentalmente, armaba mi argumento de defensa por
los derechos de mi hijo.
Cuando llegamos a la oficina del director, nos hizo pasar a ambos.
- Señora, su hijo no puede asistir a clases con ese corte de pelo- no habló del reglamento, seguramente también lo
había leído antes de recibirnos.
- Se atiene al reglamento, además, mientras lo esperábamos vi pasar a muchas alumnas y alumnos con aros
sujetos en las cejas o en las orejas y el reglamento sí dice que está prohibido para los alumnos el uso de aros,
collares y anillos- mientras le hablaba noté su sorpresa. Me dio la impresión que esperaba un rechazo al corte de
pelo de mi hijo.
Se levantó de su silla y le pidió a mi hijo que saliera de la oficina por un momento. Cuando cerró la puerta me
preguntó mi opinión.
- No estoy de acuerdo, pero lo acepto. Se atiene al reglamento del liceo. No le doy ninguna importancia a los cortes
de pelo o a sus colores, tampoco a las ropas, todo eso es externo- continué- Lo tomo de la misma forma que ellos,
una forma de protesta social y entre esa forma de protesta a otra en la que la violencia sea la protagonista o las
drogas o el alcohol... Dentro de diez años este momento será solamente una anécdota y él andará con un corte de
pelo tradicional porque sabe que de otra forma no encontrará trabajo.
Asintió y esbozó una sonrisa.
- Entiendo. Yo represento a todo el profesorado, debo hacer una reunión con ellos para escuchar sus opiniones-
mientras hablaba se dirigía a la puerta, la conversación había terminado- Cuando tenga una respuesta le aviso a su
hijo.-
- ¿Puede asistir mañana a clases?- le pregunto cuando ya estamos con mi hijo reunidos.
- Si, pero con gorro- Por lo menos no había dado un no.
Durante el resto de la tarde tanto mi hijo como sus compañeras y compañeros más afines se abocaron a hablar con
cada profesor para obtener su voto favorable en la reunión del día siguiente. A esto, los adultos le llamamos “lobby”.
Como es de suponer se logró una mayoría por la aceptación del corte de pelo tipo moicano. Y mi hijo asistió a
clases, por el resto de la semana sin gorro.
Hoy es sábado por la tarde, entra mi hijo a mi habitación, lo miro y una carcajada me sale sin poder retenerla. Se
afeitó completamente la cabeza.***